Una encuesta realizada por FECYT analiza por primera vez el populismo científico en España

Una encuesta realizada por FECYT analiza por primera vez el populismo científico en España

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, ha elaborado el informe “Confianza en la ciencia y Populismo científico en España” que recoge los resultados de una encuesta pionera en España que analiza las actitudes populistas relacionadas con la ciencia. Además, la investigación explora, entre otras cuestiones, el consumo de información científica, las percepciones públicas sobre el papel de la ciencia en la política y la sociedad, los beneficios de la ciencia, las actitudes hacia tecnologías como las vacunas, o cuestiones como el cambio climático.

En los últimos años existe una preocupación creciente sobre el cuestionamiento de la ciencia y un posible aumento de la desconfianza pública en los científicos. Los movimientos populistas suelen enfrentar a la gente contra las élites políticas, pero también pueden apuntar a las élites académicas, criticando su autoridad y cuestionando afirmaciones científicas.

Las actitudes populistas relacionadas con la ciencia suponen un grave desafío para el estatus de la ciencia en la sociedad, ya que estas actitudes niegan la veracidad del conocimiento científico y la legitimidad de los científicos y las instituciones académicas. Los resultados de la encuesta, realizada por FECYT sobre una muestra de la población española usuaria de internet de casi un millar de personas, muestran que el 3,6% de la población encuestada se encuentra en los valores máximos de la escala de populismo, mientras que el 71,4% se sitúa en la mitad inferior de la escala, y el 25,0% estaría en el punto intermedio.

Los niveles promedio de populismo científico son similares para los hombres y las mujeres, las personas que viven en un hábitat urbano y en uno rural. Tampoco parece haber relación entre el nivel de populismo científico y la edad. En cuanto a la educación, las personas con estudios universitarios tienen una puntuación ligeramente inferior en la escala de populismo que aquellos con estudios secundarios. Por su parte, la posición ideológica no está relacionada con el nivel de populismo científico. Sin embargo, existe una relación positiva entre el nivel de religiosidad y el nivel de populismo científico.

Además, la investigación explora otras cuestiones relevantes como el consumo de información científica, las percepciones públicas sobre el papel de la ciencia en la política y la sociedad, los beneficios de la ciencia, las actitudes hacia tecnologías como las vacunas, o cuestiones como el cambio climático.

Según Celia Díaz, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid y una de las codirectoras científicas del estudio “la población española apoya que la ciencia debe ser comunicada fundamentalmente al público en general, pero también transferida para el diseño de las políticas públicas”. Uno de los resultados que arroja la encuesta es que ocho de cada diez personas mantienen que las decisiones de los gobiernos relacionadas con la ciencia deben depender en gran medida de la orientación del personal científico.

“Los resultados nos muestran que las comunidades científicas tienen dos retos importantes: por un lado, favorecer la apertura del personal científico para recibir retroalimentación y opiniones de otros públicos. Por otro, facilitar la información científica en actividades y medios de uso más cotidiano para el público general” afirma Celia Díaz. Hay un apoyo bastante generalizado a la inversión en materia de investigación, con una media de acuerdo de 8,9 sobre 11 en que “Debería destinarse más dinero a la investigación científica”.

Según Díaz “la población española cree que la ciencia debe priorizar los grandes desafíos globales, como mejorar la salud pública, resolver problemas energéticos y reducir la pobreza”. Aunque una gran mayoría de la población entrevistada (91%) cree que mejorar la salud pública debería ser prioritario para la ciencia, solo el 36,6% considera que la ciencia le da la máxima prioridad a este tema.

“Una mayoría de personas está de acuerdo con que la investigación tiene un papel muy relevante que jugar en nuestra sociedad, pero en cierto modo se sienten excluidas. Piensan que la investigación no aborda temas que son importantes para ellos y consideran que los científicos no tienen en cuenta otras opiniones. Desde la investigación y su comunicación deberíamos hacer un esfuerzo por ser más transparentes y escuchar y comprender las opiniones y preocupaciones de la gente. La ciencia no se rige por el principio de autoridad, no deberíamos esperar un apoyo basado en ella” afirma Cintia Refojo, responsable de la Unidad para el Avance de la Comunicación Científica de FECYT y una de las coordinadoras del estudio.

En el informe se recoge también que las principales emociones que suscita el cambio climático son la indefensión, el pesimismo y el enfado. Las emociones aumentan en intensidad entre quienes confían más en el personal científico que trabaja en temas relacionados con el cambio climático. Una gran mayoría muestra un gran apoyo a diferentes medidas contra el cambio climático.

El estudio internacional, en el que FECYT ha participado, se engloba como parte del proyecto TISP (Trust in Science and Science-Related Populism, TISP por sus siglas en inglés), un consorcio de más de 240 investigadores de todo el mundo que pretende analizar los factores que afectan a la confianza en la ciencia y el populismo científico en 68 países. Algunos de los resultados globales se publicaron recientemente en la revista Nature Human Behaviour.